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La Constitución de la Ciudad de México construida para y por sus ciudadanos

 

 

 

 

 

 

 

Mónica Tapia A.

 

¿Cómo se transformó nuestra Ciudad de México de “bastión de la democracia”, de “esperanza” y de “vanguardia” en una Ciudad autoritaria, capturada por intereses y clientelas, con débiles contrapesos cívicos? En 1992, fui una de los muchos jóvenes que participamos y organizamos el Plebiscito Ciudadano; en 1997 de los que votamos por primera vez por nuestro Jefe de Gobierno y durante un breve pero emocionante período, trabajé en participación ciudadana para el GDF.

 

Pero mi experiencia de los últimos seis años convirtieron esa euforia en desgano, adaptarte a vivir a pesar del gobierno y finalmente, en la desesperación y necesidad de pelear por transformaciones profundas. “¿Te vas a amarrar a un árbol contra la supervia?” me preguntó un amigo. “¿Cómo crees?”, contesté. “Está el INFODF, la PAOT, la Comisión de Derechos Humanos, la consulta de la Manifestación de Impacto Ambiental, el Tribunal Administrativo de la Contencioso, el amparo…” ingenuamente agregué. Cuatro largos años nos llevaron por todas estas instituciones para descubrirlos –varias sentencias, recomendaciones, controversias, después—como canales cerrados y sesgados contra los ciudadanos.

 

Tuvo razón, terminé amarrada en el árbol, golpeada por los granaderos, levantando una denuncia en la fiscalía de los servidores públicos y rechazando a una Comisión ilegítima, que cerró el caso porque no consideró como violados mis derechos.

 

Mi historia no es la única; somos muchos los que nos hemos enfrentado a los “moches” y las “cajas chicas” de campañas y negocios familiares de políticos. No nos sentimos representados por elecciones competidas por el “menos peor” en el que “el peor” gana por poquito. Nuestros impuestos se han convertidos en programas sociales, inútiles en promover oportunidades y desarrollo, pero muy efectivos en crear clientelas. Los votos “ganadores” se extraen de víctimas de perder la beca, la ruta concesionada, la despensa o la regularización de su terreno.  El “chambismo” atraviesa a las grandes empresas que quieren obra y permisos bajo cualquier costo, los medios de comunicación y consultores viven urgidos de los presupuestos de publicidad oficial y la operación política se cierra a cambio de plazas de burócratas (de confianza, honorarios o hasta eventuales) en alguna dependencia o, de pérdida en alguna delegación.

 

Dos años de viajes, planos, vueltas y decir que “no” a múltiples coyotes para conseguir la licencia de construcción de nuestra casa, mientras mi amiga alemana me preguntaba “Si está tan regulada la construcción, ¿por qué hay tan poca planeación urbana?”. Las élites políticas –en ese pacto de impunidad—tienen capturado al Estado y hacen uso patrimonial de sus puestos, permisos, concesiones y contratos. Como si no estuviéramos ya entre ruinas, a partir del 2018 este escenario podría empeorar, ya que nuestros delegados/alcaldes, diputados y concejales se podrían elegir. Que no nos quede dudas de que usarán este aparato del Estado para perpetuarse en el poder.

 

Hasta hoy, la sociedad civil hemos moldeado y dado forma a muchas políticas públicas de la Ciudad: los derechos sexuales y reproductivos, el matrimonio del mismo sexo, la diversidad en las distintas identidades, la educación para la paz, por sólo citar algunas victorias épicas. Sin embargo, nuestra incidencia ha sido por nuestros contactos con élites partidistas, estrategias de comunicación y líderes de opinión, sin trastocar verdaderamente el arreglo institucional de la corrupción y la impunidad. Hemos sido padres del greenwash, el maquillaje verde. El gobierno tiene ya perfeccionada la técnica de adoptar nuestro lenguaje para el foro y la foto, pintar una #wikibanqueta, construir un kilómetro de ciclopista, pero el sistema (de transporte público, planeación urbana, justicia….. pongo aquí el nombre que desee), los nombramientos, las concesiones ilegales y mal planeadas, los moches, las campañas y el chambismo siguen intactos. En otras palabras, ya saben cómo darnos #AtoleconelDedo.

 

Los ciudadanos seguimos presos de ese sistema y no nos hemos organizado suficiente para salir de él, para impulsar agendas completas, cambios a los sistemas de transporte, justicia, planeación urbana, educación, salud. Ocupar espacios, participar en la implementación y aprender a sancionar a los corruptos son aún los retos por delante. Admitir también que hemos fallado en formar liderazgos locales y articular temas y territorios a nivel Ciudad para convertirnos en un contrapeso fuerte y una alternativa visible en los votos, donde más duele.

 

La Constitución y su proceso de elaboración puede ser una interacción más de notables y partidocracia con mucho maquillaje verde, pero dejando intacta la relación entre el Estado y la sociedad. Dependerá de si como ciudadanía aprovechamos esta oportunidad única –que no se repetirá en los próximos 100 años—para organizarnos, articularnos y exigir cambiar las reglas del juego. No sólo se trata de incidir en el articulado sobre derechos y libertades, no sólo debemos de proponer una nueva arquitectura institucional de nombramientos, facultades y contrapesos, sino también de construir una coalición con suficiente peso político para trastocar el pacto y las reglas de impunidad.

 

En la construcción de un Colectivo de independientes tenemos tres objetivos:

 

  1. Articular y consolidar una organización y red cívica para sirva como contrapeso con propuestas, defina el voto en tiempos electorales y durante relecciones, sancione o premie.

  2. Construir una agenda inter-sectorial de transformación e inspiración para la Ciudad, incluyendo su Constitución como sus principales lineamientos y continúe con algunas piezas claves de legislación secundaria.

  3. Formar, visibilizar y articular nuevos liderazgos cívicos como alternativas via candidaturas ciudadanas y otros procesos de formación de liderazgo colaborativo.

 

En las próximas semanas, haremos un llamado público a la adhesión a estas ideas, a recabar firmas, a organizar eventos públicos y a ser voluntarios, como algunos de nosotros fuimos hace muchos años.

 

Cada quien con su propia experiencia –de defender árboles talados y golpeada por un gobierno autoritario—quienes participamos en este Colectivo hemos atestiguado cómo las conquistas democráticas se han sometido a intereses y poderes para beneficios de unos cuantos. Y estamos decididos a incluir, sumar, superar brechas generacionales y revitalizar la vida pública con acciones construidas de la experiencia y también de la imaginación. Bienvenidos aquellos listos para sumarse a esta aventura colectiva.

 

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