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La Ciudad de México y la Agenda 2030:
¿Ejemplo de liderazgo local para el desarrollo sostenible en lo global?  

 

 

 

Patricia López Cárdenas

Iniciativa Ciudadana para la
Promoción de la Cultura del Diálogo, A.C.

 

 

 

 

 

 

La pobreza extrema, las desigualdades entre y dentro de los países, los efectos y amenazas del cambio climático, la persistente violencia estatal y no estatal- entre otras realidades devastadoras para la humanidad y el medio ambiente-, han confrontado brutalmente la sustentabilidad de nuestro presente con los deseos de nuestro futuro. Esto ha acelerado el desarrollo de un plan de acción global para las personas, el planeta, la prosperidad y la paz. A su vez, ha renovado la importancia de sumar esfuerzos e implementarlo colectivamente. Esto es la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible aprobada por las Naciones Unidas en septiembre del 2015.

 

La Agenda 2030 propone a la humanidad ser más ambiciosos, sobre lo que debe y puede hacerse para atender estos problemas comunes que, para ser sinceros, son de vida o muerte para la humanidad y el planeta. Es evidente que la efectividad de este acuerdo depende de que la letra se convierta en acción y esto requiere de apropiación, urgencia, propósito y dirección de todas las personas. Exige también dejar de ver las acciones globales como una opción para los Estados y como una mera amigable interacción con la diversidad del mundo, en cambio, es necesario ver las acciones globales como un requisito obligatorio para alcanzar el desarrollo sostenible.

 

En este paradigma de la globalidad para el desarrollo sostenible, no hay desarrollo si no es sostenible, lo global se entiende como sistémico, lo sistémico incorpora indivisiblemente lo social, económico y medio ambiental y el desarrollo sostenible se da a luz desde y para las comunidades. No hay desarrollo sostenible si no participan todos los actores y todos los países en la implementación de las soluciones sistémicas. No hay desarrollo sostenible sin medios de implementación, tecnología, creación de capacidades, financiamiento y de forma protagonista, sin la construcción desde lo local.

 

Hablando de lo local, en la Ciudad de México, estos acuerdos globales se cruzan con un momento en la vida política de añorada y desafiante reforma, un momento de inseparable oportunidad y obligación para hacer del compromiso político que el Estado mexicano adquirió a favor del desarrollo sostenible a través de este acuerdo, un compromiso con una garantía jurídica a través de la Constitución de la Ciudad de México.

 

La Ciudad de México es una ciudad global, es una realidad que reside no únicamente en su tamaño pero en el tamaño de su entramada y rica historia y en la pluralidad que alberga en sus manifestaciones culturales cotidianas. En la Ciudad de México, notamos una estructura y un espíritu con una intención más consciente, activa y abierta para el diálogo con el mundo, ergo, global. Esto es, por supuesto, también resultado inseparable del camino labrado por la centralización de las actividades políticas, culturales, sociales y económicas en la Ciudad de México pero  es una realidad y hay que trabajar con ella. Potencializarla para cumplir con la Agenda 2030.

 

Por esto, la nueva Constitución debe declarar que somos parte del globo, que no somos el ombligo del mundo (porque ningún territorio lo es) pero si un protagonista natural y un actor que no puede faltar en la implementación de los planes de acción globales. En este proceso, la ciudad debe asumir su papel como constructora de relaciones más allá de las fronteras para darle a solución a problemas inmensos y comunes. La ciudad debe ser humilde para aprender de las lecciones de otros, digna para proponer su propia mirada del mundo, diestra para la innovación y orgullosa, sin ser prepotente, de su identidad. Debe hacer honor a las complejidades de las interrelaciones y tener una visión sistémica de la posición de la Ciudad de México en el mundo.  Debe aceptar que con los retos del desarrollo sostenible no podemos solos, por lo cual, debe socializar la agenda 2030, ocuparse en que toda acción se de en un marco de gobernanza inclusiva y promover la articulación con otras localidades fuera y dentro del país. Deber tener un liderazgo potencializador, promoviendo acciones hacia un desarrollo sostenible dentro y fuera de la Ciudad de México, donde el principio de toda relación de la ciudad dentro del país y hacia el mundo sea basado en la horizontalidad y de un diálogo interactivo y respetuoso entre lo global y lo local.

 

La Constitución de la Ciudad de México debe garantizar la arquitectura institucional que esté a la altura de los problemas a los que nos enfrentamos para alcanzar el desarrollo sostenible y garantizar mecanismos de participación ciudadadana que propicien que las personas y las comunidades asuman roles activos para enfrentar y resolver retos globales y hacer prosperar un mundo más pacifico, tolerante, inclusivo y seguro. La Ciudad de México tiene la oportunidad de ser un ejemplo de liderazgo local para el desarrollo sostenible en lo global ¿La aprovechará?. Estaremos al pendiente.

 

 

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